Written by Maria Pandil
Regina, at 4 years old, was a very intelligent girl, since she acted and thought in an incredible way for her young age, leaving any adult surprised with her actions that, at the same time, also caused laughter.
One day, Regina’s mother communicated with her grandmother through a video call. They lived many miles apart, in different countries. Thus, mother and daughter were chatting very comfortably when, suddenly, Regina, the granddaughter, approaches. The grandmother greeted her, and the girl did the same, sending her a kiss.
Then grandma asked Regina if she wanted her to tell her a story; Regina answered yes. She lay down on the sofa making herself comfortable. It hadn’t been long since grandma had started talking when Regina’s mom got up, and went to the kitchen, leaving the girl with the phone.
In a little while, the story ended. Later, the grandmother, wanted to entertain Regina while waiting for her mother arrived, began to ask her some questions. The little girl kept quiet, without saying a word, maybe the Regina didn’t understand what her grandmother was asking her, or she was already bored with her. She was indifferent to everything and had nothing else to do.
Ah!, but something did occur to her, she grabbed the cell phone and put it inside the closet, believing that if she did that, the grandmother would be locked up and stop talking so much. Everything was silent between the grandmother and the girl. Then, the grandmother realized that Regina was no longer on the video call, because the naive grandma began to look at the entire red screen. Grandma was looking at that because the cunning girl had placed the phone among the clothes in the closet, and still with the camera activated.
At that moment, Regina’s mother returned, and Regina told her: “Mom, I put my grandmother in the closet.” Regina’s mother went to the closet and searched for the device until she found it. That was when Regina’s mother was able to find out where she had left her cell phone, realizing what the little girl had done. The two looked at each other and burst out laughing at Regina’s mischief.
Written by Maria Pandil
In Spanish
Regina, a sus 4 años de edad, era una niña muy inteligente, ya que ella actuaba y pensaba de una forma increíble para su corta edad, dejando a cualquier adulto sorprendido con sus acciones que, a la vez, también causaban risa.
Cierto día, la mamá de Regina se comunicó con su abuela por medio de una videollamada. Ellas vivían a muchos kilómetros de distancia, en diferentes países. Así, madre e hija platicaban muy a gusto cuando, de repente, se acerca Regina, la nieta. La abuela la saludó y la niña hizo lo mismo enviándole un beso.
La anciana le preguntó a Regina si quería que le contara un cuento; la pequeña, le respondió que sí. Ella se acostó en el sofá poniéndose cómoda. No había pasado mucho tiempo que la abuela había empezado a hablar cuando la mamá de Regina se levantó, y se dirigió a la cocina, dejando a la niña con el teléfono.
Al poco rato, el cuento se terminó. Después, la abuela, para entretener a Regina mientras llegaba su mamá, le empezó a hacer algunas preguntas. La pequeña se mantenía callada, sin decir media palabra, tal vez la niña no entendía lo que le preguntaba la abuela o ya se había aburrido de ella. A la niña todo le resultó indiferente y no tuvo más qué hacer.
Ah! pero sí se le ocurrió algo, agarró el celular y lo puso adentro del armario, creyendo que, si hacía eso, a la abuela la encerraría bajo llave y dejaría de hablar tanto. Todo se mantenía en silencio entre la abuela y la niña. Luego, la abuela se dio cuenta de que Regina ya no se encontraba al cuidado de la videollamada, porque la ingenua mujer empezó a mirar toda la pantalla de color rojo. La abuela miraba eso porque la astuta niña había colocado el teléfono entre la ropa del armario, y todavía con la cámara activada.
En ese momento, regresó la mamá de Regina, y la niña le dijo: ”Mamá, metí a mi abuela al armario”. La madre de Regina fue al ropero y buscó el aparato hasta encontrarlo. Ahí fue cuando la mamá de Regina pudo saber en dónde había dejado la niña su celular, percatándose de lo que había hecho la pequeña. Las dos se miraron, y se soltaron riendo por la travesura de Regina.
Written by Maria Pandil
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